El encuentro de los Araya en Pichidegua sirvió también para recordar, a través de anécdotas, a quienes ya partieron y nos dejaron un legado imperecedero a las siguientes generaciones.
Una de las protagonistas de esas historias fue la tía Rita, un personaje inolvidable que se ganó el corazón de quienes la conocieron.
Hermana de Berta Núñez (la abuelita Berta para la cuarta generación), el rasgo singular de la tía Rita era su tendencia a llevar varias bolsas o paquetes cuando iba a visitar a alguien y les obsequiaba productos del campo, principalmente paltas.
Pero también fue "blanco" de las travesuras que solían hacerle Raúl Araya Núñez y Jorge Araya Escobar, dos de sus sobrinos regalones.
Devota católica, la tía Rita solía ir a dejar flores al cementerio de Peumo a sus seres queridos. Cuando estaba en esos menesteres, Raúl y Jorge se escondían tras las tumbas y emitían exclamaciones como si fueran voces del más allá, provocando -como era de esperar- el pánico de ella.
Otra de las travesuras de Raúl y Jorge consistía en mover una muralla de adobe, en la casa de Cachapoal, para imitar las oscilaciones provocadas por un temblor fuerte. Como ellos esperaban, los gritos de la tía Rita no tardaban en escucharse.
La tía Rita era también una excelente cocinera. Cada vez que se dejaban caer los sobrinos nietos desde Santiago, los regaloneaba con exquisitos platos campestres, entre los que se destacaban las humitas y el pastel de choclo.
El encuentro familiar de los Araya fue la ocasión propicia para recordar con cariño su figura.
1 comment:
Se nos olvidó mencionar el exquisito manjar que preparaba con leche recién sacada de las vacas del fundo de Cachapoal.
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