Thursday, October 24, 2013

Cuarta entrega de fotos del Encuentro de los Araya

 



 




 
 

Los vehículos del abuelito Andrés


¿Se acuerdan los Araya -al menos los de la generación de oro- de estos vehículos que tenía el abuelito Andrés en el fundo de Cachapoal?

Era una burra Ford del año 39 y un station wagon que causaban sensación entre los lugareños cuando los veían pasar por los caminos polvorientos que conducían a Peumo, San Vicente, Larmahue, Pichidegua, Codao y todos los otros pueblitos de la zona hasta llegar a Las Cabras.

Una época inolvidable para quienes se transportaron en ellos, conducidos por avezados choferes de la familia, entre ellos Jorge Araya Escobar y Raúl Araya Núñez.

En la burra, parecida a la que aparece en la foto, Jorge Araya y Lucho Jorquera protagonizaron la anécdota que contó el tío Mario Araya en el encuentro familiar realizado el sábado 19 en Pichidegua.

Ambos habían partido a Las Cabras para vender duraznos que se producían en el fundo de Cachapoal. Lucho aprovechó el viaje y le pidió a Jorge que lo dejara conducir un tramo del camino para practicar los primeros pasos en la conducción de vehículos.

Hasta Las Cabras iba todo bien, pero al regreso Lucho Jorquera -quien iba al volante - fue interceptado por Carabineros. Por supuesto que no tenía todavía documentos. Sin perder la calma, les explicó que había tomado recién el volante y que el conductor con su reglamentación al día iba atrás o en la parte superior del vehículo.

El carabinero miró el asiento y no vió a nadie, tras lo cual se dirigió a Lucho y lo recriminó: "usted nos está tomando el pelo porque no hay ninguna persona".

Ahí Lucho se percató que había dejado a Jorge en... Las Cabras.

El carabinero le preguntó quién era, a lo que Lucho respondió "soy sobrino de don Andrés Araya, de Cachapoal".

"Ah, don Andrés", replicó el policía. Y agregó: "siga no más..."

La figura patriarcal de Andrés Araya Soto lo salvó de una casi segura detención y citación al tribunal.

Tuesday, October 22, 2013

Anécdotas cachapoalinas_Parte 2


 

 Patricio Reyes, Víctor Jeria y Roberto Hernández
 
Un capitalino que disfrutaba "a concho" el verano en Cachapoal era Roberto Hernández, esposo de Yolanda Araya Núñez (la tía querida tía Yola). Víctor Jeria (esposo de Olga Araya Núñez) recordó una anécdota de esas vacaciones compartidas en la época estival de comienzos de la década de los 60.
 
En aquella época, Víctor merodeaba a Olga con "no muy claras intenciones" (su esfuerzo rindió sus frutos porque se casaron al tiempo después). Como buen cortejante, viajó a Cachapoal invitado por sus futuros suegros y su futura esposa.
 
Como no conocía bien el trayecto desde la estación del tren hasta la casa, que se cubría en menos de 15 minutos, lo fue a esperar Roberto. La historia entra ahí en una nebulosa porque, según Víctor, llegaron recién... al día siguiente a su destino.
 
¿Qué pasó en ese lapso de tiempo?  La respuesta queda en manos de la imaginación.

 

Anécdotas cachapoalinas

El encuentro  de los Araya en Pichidegua sirvió también para recordar, a través de anécdotas, a quienes ya partieron y nos dejaron un legado imperecedero a las siguientes generaciones.


Una de las protagonistas de esas historias fue la tía Rita, un personaje inolvidable que se ganó el corazón de quienes la conocieron.
Hermana de Berta Núñez (la abuelita Berta para la cuarta generación), el rasgo singular de la tía Rita era su tendencia a llevar varias bolsas o paquetes cuando iba a visitar a alguien y les obsequiaba productos del campo, principalmente paltas.
Pero también fue "blanco" de las travesuras que solían hacerle Raúl Araya Núñez y Jorge Araya Escobar, dos de sus sobrinos regalones.
Devota católica, la tía Rita solía ir a dejar flores al cementerio de Peumo a sus seres queridos. Cuando estaba en esos menesteres, Raúl y Jorge se escondían tras las tumbas y emitían exclamaciones como si fueran voces del más allá, provocando -como era de esperar- el pánico de ella.
Otra de las travesuras de Raúl y Jorge consistía en mover una muralla de adobe, en la casa de Cachapoal, para imitar las oscilaciones provocadas por un temblor fuerte. Como ellos esperaban, los gritos de la tía Rita no tardaban en escucharse.
La tía Rita era también una excelente cocinera. Cada vez que se dejaban caer los sobrinos nietos desde Santiago, los regaloneaba con exquisitos platos campestres, entre los que se destacaban las humitas y el pastel de choclo.
El encuentro familiar de los Araya fue la ocasión propicia para recordar con cariño su figura.

Tercera entrega de fotos del Encuentro de los Araya












Más fotos del encuentro de los Araya en Pichidegua








Los Araya unidos

Una velada inolvidable resultó el Primer Encuentro familiar de los Araya, rama de los descendientes de José Gregorio Araya Cavieres y Rosa Soto. La media luna de la Federación de Rodeo de Pichidegua, en la sexta región , recibió a casi un centenar  de familiares de distintas generaciones en un rango etario que se extendió desde 1 a 90 años . Caras que no se veían desde hace décadas aportaron la cuota de emoción al encuentro, que se repetirá todos los años a partir de 2014.
Anécdotas de la época en que muchos de los asistentes veraneaban en el Fundo de Cachapoal , administrado por Andrés Araya Soto, de la segunda generación , arrancaron risas de los presentes. ¡Qué se repita! fue el eslogan más escuchado durante el almuerzo campestre






Sunday, October 06, 2013

En Pichidegua será el encuentro de los Araya

La residencial "Buen paso", en Pichidegua, será el lugar de encuentro de los Araya y sus diferentes ramas el próximo sábado 19 de octubre . Se trata de una típica casa de campo ubicada en Carrera Pinto 88, en pleno corazón de la localidad de la Sexta Región.
 La cita de "honor" será a las 12h30. ¡A agendarla...